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Las Etapas del Desarrollo Psicomotor del Bebé

Las Etapas del Desarrollo Psicomotor del Bebé

El desarrollo psicomotor del bebé es un fascinante viaje lleno de hitos. Cada etapa de este proceso influye en su crecimiento físico y cognitivo. Este artículo detalla las etapas del desarrollo psicomotor, proporcionando orientación a los padres para apoyar a sus pequeños en cada paso de su crecimiento.
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Etapas del desarrollo del bebé (0–2 años)

El periodo desde el nacimiento hasta los 2 años de edad es una etapa de desarrollo acelerado y fascinante en la vida de un bebé. Durante estos primeros años, el cerebro del niño crece y forma conexiones a un ritmo asombroso – se estima que puede formar hasta un millón de nuevas sinapsis por segundo en los primeros años de vida [1]. De hecho, investigaciones de neuroimagen han mostrado que para los 2 años el cerebro del niño alcanza aproximadamente el 80–90% del volumen cerebral adulto, reflejando la importancia crítica de esta etapa para el desarrollo cognitivo [2].

Cada bebé es único y alcanza los hitos de desarrollo a su propio ritmo [3]. Factores como la prematuridad pueden influir en que ciertos logros (por ejemplo, sentarse o caminar) se alcancen más tarde, sin que ello signifique necesariamente un problema. No obstante, existen pautas generales respaldadas por la evidencia que nos orientan sobre qué esperar en cada rango de edad, así como señales de alerta que los cuidadores deben conocer.

A continuación, se presentan las etapas del desarrollo divididas por rangos de edad: 0–3 meses, 4–6 meses, 7–9 meses, 10–12 meses, 13–18 meses y 19–24 meses. En cada etapa describiremos el desarrollo físico (motricidad gruesa y fina), cognitivo, del lenguaje y socioemocional, integrando hallazgos de investigaciones científicas actuales. El lenguaje se adapta para madres y padres, manteniendo rigor científico. Al final, se incluye una tabla resumen de hitos por etapa para facilitar su consulta rápida.

Recuerde: cada niño puede desviarse ligeramente de este patrón sin motivo de alarma [4]. Sin embargo, si el bebé muestra ciertas señales de posible retraso del desarrollo, mencionadas en cada sección, es aconsejable consultar con el pediatra.

Etapa 1: 0–3 meses (Recién nacido)

Durante sus primeros tres meses de vida, el bebé inicia la transición desde el mundo uterino al entorno externo. Aunque al nacer sus habilidades son básicas y dependientes de reflejos, pronto comienzan a aparecer indicios de desarrollo en todas las áreas. A esta edad, el cuidado del bebé puede parecer un ciclo constante de alimentación, cambio de pañales y consuelo, pero en paralelo el bebé empieza a reconocer voces y rostros, desarrollar fuerza muscular y expresar algunas necesidades más allá del llanto [5].

Bebé pequeño de tres meses boca abajo levantando la cabeza, en una alfombra suave, con un móvil sobre él. Desarrollo de cuello y primera interacción visual.
Bebé pequeño de tres meses boca abajo levantando la cabeza, en una alfombra suave, con un móvil sobre él. Desarrollo de cuello y primera interacción visual.

Desarrollo físico (motricidad gruesa y fina)

El recién nacido tiene movimientos descoordinados al principio y mayormente reflejos primitivos (como el reflejo de búsqueda o de prensión). Sin embargo, va ganando control muscular rápidamente. Hacia las 6–8 semanas logra levantar brevemente la cabeza cuando está boca abajo (tummy time), empezando a fortalecer el cuello. Alrededor de los 2 meses, si se le sostiene en brazos, mantiene la cabeza erguida por unos instantes. Al final del tercer mes, la mayoría de los bebés puede levantar la cabeza y el pecho apoyándose en sus antebrazos al estar boca abajo.

En cuanto a motricidad fina, en estas semanas descubre sus manos: las abre del puño cerrado neonatal y comienza a mirarlas. Aparece el reflejo de prensión voluntaria: cierra los dedos alrededor de un objeto colocado en su mano de forma involuntaria al inicio, pero hacia el tercer mes agarra objetos ligeros (como sonajeros) por unos segundos y es capaz de llevárselos a la boca. Estas acciones preparan el camino para el control manual intencional.

Desarrollo cognitivo

En esta etapa inicial, el desarrollo cognitivo se centra en procesar estímulos sensoriales y en la adaptación al mundo fuera del útero. Los bebés recién nacidos muestran preferencia por mirar rostros humanos sobre otros estímulos visuales; a los pocos días ya reconocen la voz y el olor de su madre o cuidador principal. Entre las 6 y 8 semanas aparece la sonrisa social, una de las primeras señales socio-cognitivas: el bebé sonríe en respuesta a la cara o la voz de un adulto familiar, indicativo de reconocimiento.

Su visión va mejorando: inicialmente solo enfoca objetos a 20–30 cm (la distancia habitual al rostro de quien lo sostiene), pero hacia los 2–3 meses sigue con la mirada objetos que se mueven frente a él y comienza a distinguir contrastes de colores vivos. Aunque aún no entienden la permanencia del objeto (si algo sale de su vista, “deja de existir” para ellos), empiezan a mostrar sorpresa ante desapariciones breves – base de futuros juegos de cucú-tras.

El bebé de 0–3 meses también asocia gradualmente acciones con resultados sencillos, por ejemplo, puede aprender que al llorar obtiene atención y alimento (inicio del aprendizaje por causa y efecto). Estudios clásicos del desarrollo cognitivo definen este periodo como parte de la etapa sensoriomotora, en la cual el niño “vive en el aquí y ahora” y aprende sobre el mundo a través de sus sentidos y acciones inmediatas [6].

Desarrollo del lenguaje

El llanto es la primera forma de comunicación del bebé y en estos meses iniciales utilizará diferentes tipos de llanto para expresar hambre, sueño o malestar. Sin embargo, pronto surgen los primeros sonidos no relacionados al llanto: alrededor de las 6–8 semanas, muchos bebés comienzan a hacer sonidos guturales o gorgojeos (conocidos como arrullos o cooing), especialmente cuando están cómodos o interactuando con el cuidador. Hacia los 2–3 meses, el bebé puede emitir pequeños vocalizos y “responder” con sonidos cuando se le habla o durante el juego cara a cara.

También se le ve sonreír al escuchar la voz de sus padres y puede imitar expresiones faciales simples. Es importante hablarle al bebé mirándolo a los ojos, ya que incluso sin comprender las palabras, capta el tono de voz y las expresiones – esto sienta las bases de la comprensión del lenguaje. Estudios han comprobado que los recién nacidos prefieren la voz de su madre desde muy temprano y muestran cambios en su actividad cerebral al oírla [7].

Desarrollo socioemocional

Desde el nacimiento, los bebés están preparados para la interacción social. En las primeras semanas se calman al sentir contacto físico y escuchar voces familiares. El contacto piel con piel y las caricias no solo brindan seguridad, sino que incluso benefician el desarrollo cerebral del bebé. Hacia las 6 semanas aparece la sonrisa social intencional, que es cuando el bebé sonríe en respuesta a las sonrisas o voces de sus cuidadores.

Los bebés de hasta 3 meses disfrutan ser abrazados y acunados; algunos pueden mostrar predilección por la voz o rostro de mamá/papá, calmándose cuando están en sus brazos. También comienzan a imitar expresiones emocionales simples: por ejemplo, si el cuidador le saca la lengua o abre mucho los ojos reiteradamente, el bebé puede intentar replicarlo – temprano indicio de empatía y vínculo.

Señales de alerta (0–3 meses)

  • No fija la mirada ni sigue objetos en movimiento a los 2–3 meses.
  • No sonríe ante la voz o rostro de sus cuidadores.
  • No reacciona ante sonidos fuertes o la voz de mamá/papá.
  • No logra levantar la cabeza cuando está boca abajo.
  • Rechaza el contacto físico de forma persistente (no quiere ser cargado o abrazado).

Etapa 2: 4–6 meses

Entre los 4 y los 6 meses, el bebé experimenta un gran salto en el control corporal, la atención y la interacción. Esta etapa marca el inicio de una mayor autonomía física, el reconocimiento de rutinas, el surgimiento de nuevas vocalizaciones y una curiosidad creciente por explorar el entorno. Muchas familias consideran este periodo como “más fácil” porque el bebé empieza a mostrar interés, responder a estímulos y disfrutar del juego de una forma mucho más activa.

Bebé de cinco meses sentado con cojines de apoyo, agarrando un sonajero de madera con ambas manos y llevándoselo a la boca. Estimula la motricidad y la coordinación mano-ojo.
Bebé de cinco meses sentado con cojines de apoyo, agarrando un sonajero de madera con ambas manos y llevándoselo a la boca. Estimula la motricidad y la coordinación mano-ojo.

Desarrollo físico (motricidad gruesa y fina)

En estos meses el bebé gana fuerza en el cuello, torso y brazos. Puede sostener su cabeza de forma estable, y hacia los 5–6 meses se impulsa con los brazos para levantar el pecho al estar boca abajo. También comienza a rodar (primero de boca abajo a boca arriba, luego al revés) y muchos pueden sentarse con apoyo alrededor de los 6 meses. Algunos bebés incluso empiezan a hacer pequeños desplazamientos al girar sobre sí mismos o empujarse hacia atrás.

En motricidad fina, hay grandes avances: el bebé ya no agarra con el reflejo involuntario, sino que usa una prensión voluntaria. A los 4–5 meses puede sostener un juguete con ambas manos, pasarlo de una a otra y llevárselo a la boca para explorarlo. Empieza también a estirar la mano hacia objetos con precisión y sigue con los ojos el movimiento de su propia mano, lo que marca una importante coordinación ojo-mano.

Desarrollo cognitivo

El bebé ahora presta atención a lo que ocurre a su alrededor por más tiempo. Reconoce patrones, anticipa rutinas (como prepararse para la comida al ver el biberón) y se muestra sorprendido cuando algo no ocurre como esperaba. Aparece una forma básica de memoria visual y auditiva: por ejemplo, se alegra al oír un sonido que reconoce o se gira para buscar el rostro de su cuidador al escuchar su voz.

También comienza a disfrutar de juegos sencillos de repetición y causa–efecto, como golpear un sonajero y escuchar el sonido. Este tipo de juegos estimulan el pensamiento lógico y la idea de que sus acciones tienen consecuencias. Algunos expertos lo consideran el inicio de una conciencia rudimentaria del entorno.

Desarrollo del lenguaje

Esta es una etapa clave en el desarrollo del lenguaje prelingüístico. El bebé ya no solo emite arrullos: ahora produce una amplia gama de sonidos guturales, vocálicos y consonánticos. Empieza a “balbucear” cadenas de sílabas repetitivas como “ba”, “gu”, “da”. A los 5–6 meses, muchos bebés combinan sonidos para “hablar consigo mismos” o con sus cuidadores. Este balbuceo juega un papel fundamental en el aprendizaje posterior del lenguaje hablado [8].

Además, responde claramente a voces familiares y puede girar la cabeza hacia el sonido de su nombre. Algunos bebés se callan al escuchar la voz de sus padres, lo cual indica que están procesando activamente el habla. También empieza a “conversar” con turnos: balbucea, espera una respuesta y responde de nuevo. Esta proto-conversación es esencial para desarrollar habilidades comunicativas más complejas.

Desarrollo socioemocional

A esta edad, el bebé muestra una fuerte conexión emocional con sus cuidadores principales. Sonríe abiertamente al verlos, busca su mirada y emite sonidos para llamar su atención. Puede imitar expresiones faciales, como fruncir el ceño o reír, y le gusta mucho el juego cara a cara. Si se le deja solo mucho tiempo, puede empezar a “protestar” (llorar o emitir sonidos de frustración).

Es capaz de reconocer rostros familiares y empieza a mostrar interés especial por personas específicas (mamá, papá, hermanos). Aunque todavía se muestra sociable con extraños, comienza a distinguir claramente entre conocidos y desconocidos, lo cual es un precursor del miedo al extraño que puede surgir en los meses siguientes.

Señales de alerta (4–6 meses)

  • No se gira al oír ruidos fuertes o voces familiares.
  • No sonríe, no hace sonidos ni busca la mirada del cuidador.
  • No sostiene la cabeza de forma estable a los 5 meses.
  • No se lleva objetos a la boca o no intenta agarrar cosas.
  • No muestra ningún interés por personas ni juguetes.

Etapa 3: 7–9 meses

Entre los 7 y los 9 meses, el bebé se vuelve cada vez más activo y curioso. Esta etapa está marcada por el desarrollo de la coordinación motora más avanzada, el inicio de la movilidad independiente, una clara intención comunicativa y los primeros signos de ansiedad ante los extraños. Muchos bebés comienzan aquí a desplazarse por sí mismos, abriendo un nuevo mundo de exploración e interacción con su entorno.

Bebé de ocho meses gateando con determinación por el suelo hacia un juguete de colores, en una habitación luminosa. Fase de movilidad independiente y exploración.
Bebé de ocho meses gateando con determinación por el suelo hacia un juguete de colores, en una habitación luminosa. Fase de movilidad independiente y exploración.

Desarrollo físico (motricidad gruesa y fina)

Muchos bebés comienzan a sentarse sin apoyo entre los 7 y 8 meses, lo que les permite usar sus manos libremente para explorar. También aparece el desplazamiento por el suelo: algunos se arrastran con el abdomen, otros gatean con manos y rodillas, y algunos incluso se desplazan rodando. La forma de moverse puede variar, pero lo importante es que el bebé esté ganando independencia y exploración activa.

En motricidad fina, ahora puede agarrar objetos pequeños con mayor precisión. Surge la prensión en pinza (usar el pulgar y el índice), especialmente hacia el final de esta etapa. El bebé explora los objetos agitándolos, golpeándolos, pasándolos de una mano a otra e incluso dejándolos caer intencionalmente para observar qué sucede (inicios del pensamiento causa–efecto). Le encantan juguetes que hacen sonidos o tienen texturas variadas.

Desarrollo cognitivo

El bebé de 7–9 meses reconoce patrones, anticipa rutinas (como cuándo lo van a cambiar o alimentar) y empieza a buscar objetos parcialmente ocultos. Esto indica el inicio del concepto de permanencia del objeto: comprende que los objetos existen incluso cuando no están a la vista, lo que es una base fundamental para el desarrollo de la memoria y el juego simbólico posterior.

Además, es capaz de prever situaciones simples (por ejemplo, se ríe antes de que ocurra una acción divertida) y demuestra intención clara al alcanzar objetos o mirar hacia donde alguien señala. También empieza a comprender palabras familiares, especialmente su nombre, “no” y otras que escucha con frecuencia.

Desarrollo del lenguaje

El balbuceo se vuelve más complejo. Muchos bebés ahora producen secuencias de sílabas repetidas como “mamama”, “bababa” o “dadada”, aunque todavía sin significado claro. Sin embargo, la entonación comienza a imitar la del lenguaje hablado, lo que indica un progreso hacia la producción del lenguaje real. También pueden responder cuando se les habla con una sonrisa, vocalización o contacto visual.

El bebé se comunica mediante sonidos, expresiones y gestos. Puede usar el gesto de señalar, extender los brazos para ser alzado, protestar con sonidos al quitarle un juguete o aplaudir cuando está feliz. Esta comunicación no verbal es clave y muestra que el niño entiende la relación entre sus gestos y la respuesta del adulto.

Desarrollo socioemocional

Hacia los 8–9 meses es común que aparezca la ansiedad ante los extraños y el miedo a la separación. El bebé reconoce a sus cuidadores principales y puede angustiarse si los pierde de vista o si aparece una persona desconocida. Aunque esto puede ser difícil para las familias, es una señal positiva del apego emocional saludable.

En esta etapa también se hace evidente la preferencia por ciertos juegos sociales como cucú-tras (peek-a-boo) y canciones con gestos. Disfruta de la interacción social, busca la risa del adulto y a menudo “repite” acciones que le provocaron aprobación. El bebé quiere participar activamente en el entorno familiar, aunque aún no comprende normas ni límites.

Señales de alerta (7–9 meses)

  • No se sienta sin ayuda a los 9 meses.
  • No muestra interés por agarrar o manipular objetos pequeños.
  • No balbucea ni emite sonidos repetitivos.
  • No responde a su nombre ni gira la cabeza hacia voces familiares.
  • No busca objetos que desaparecen de su vista.
  • Carece de interés por personas o no muestra emociones reconocibles (ni alegría, ni protesta).

Etapa 4: 10–12 meses

Entre los 10 y los 12 meses, el bebé se acerca al cierre de su primer año de vida con grandes avances físicos, cognitivos y emocionales. Muchos logran ponerse de pie, dar pasos agarrados o incluso caminar solos. También entienden órdenes sencillas y pueden empezar a pronunciar sus primeras palabras significativas. Esta etapa representa un cambio crucial: el bebé deja de ser completamente dependiente y comienza a expresar voluntad e iniciativa propia.

Bebé de once meses de pie sujetándose a un mueble bajo, preparándose para dar sus primeros pasos. Expresión de concentración y autonomía en crecimiento.
Bebé de once meses de pie sujetándose a un mueble bajo, preparándose para dar sus primeros pasos. Expresión de concentración y autonomía en crecimiento.

Desarrollo físico (motricidad gruesa y fina)

El bebé logra mantenerse sentado durante largos periodos y puede pasar de la posición sentada a gatear o a ponerse de pie con apoyo. Muchos bebés empiezan a caminar con ayuda (agarrados de muebles o de las manos de un adulto). Algunos dan sus primeros pasos sin apoyo hacia los 12 meses, aunque esto puede variar ampliamente sin implicar ningún retraso.

En cuanto a la motricidad fina, el bebé desarrolla con solidez la prensión en pinza (pulgar e índice), lo que le permite recoger objetos pequeños con gran precisión. Puede introducir objetos en recipientes, golpear dos juguetes entre sí, señalar con el dedo índice y mostrar preferencia por una mano (aunque esto no es definitivo aún). También explora objetos de manera más intencionada: gira, abre, apila y golpea para descubrir propiedades.

Desarrollo cognitivo

Durante esta etapa el bebé consolida el concepto de permanencia del objeto: entiende que las cosas y las personas existen aunque no las vea, lo que genera reacciones intensas cuando mamá o papá desaparecen (ansiedad por separación). También puede buscar objetos escondidos, imitar acciones simples (como usar un cepillo en el cabello) y realizar acciones con intención clara.

Su memoria y atención mejoran notablemente. Es capaz de recordar juegos, reconocer rutinas y anticipar lo que va a suceder. Comienza a explorar el entorno con un objetivo en mente, lo que implica un pensamiento más organizado. Algunas investigaciones indican que hacia los 12 meses los bebés ya tienen una forma inicial de intencionalidad compartida: entienden que otra persona puede tener una intención o deseo distinto [9].

Desarrollo del lenguaje

La comprensión del lenguaje avanza con rapidez. El bebé puede entender frases sencillas como “dame eso”, “ven aquí” o “no”. Reconoce su nombre, sabe quién es “mamá” y “papá”, y puede responder con gestos o miradas a preguntas simples (“¿dónde está el perrito?”). Empieza a asociar palabras con objetos o personas conocidas, lo cual es un hito importante en el desarrollo del vocabulario.

En cuanto a la producción del lenguaje, la mayoría de los bebés dice una o dos palabras con significado hacia los 12 meses (como “mamá”, “agua” o “teta”). Aunque siga balbuceando mucho, sus vocalizaciones ya tienen entonación y ritmo similares al habla adulta, lo cual indica que está preparando estructuras del lenguaje más complejas. Es importante responder y ampliar sus intentos de comunicación para estimular su desarrollo lingüístico [10].

Desarrollo socioemocional

El bebé muestra una clara preferencia por sus cuidadores principales y puede experimentar ansiedad o llanto al separarse de ellos. A la vez, también puede iniciar el miedo a los extraños si no ha estado en contacto frecuente con otras personas. Esta conducta, aunque incómoda, es parte del desarrollo del apego y no debe forzarse la sociabilización.

Disfruta del juego compartido, como esconderse tras una manta, imitar gestos o aplaudir. También comienza a mostrar afecto espontáneo: abrazos, besos, caricias a sus cuidadores. Algunos bebés ya comparten objetos (aunque sin comprender aún la propiedad) y se interesan en observar lo que hacen otros niños, aunque sin jugar con ellos directamente (juego paralelo).

Señales de alerta (10–12 meses)

  • No se sienta solo de forma estable a los 10–11 meses.
  • No se desplaza de ninguna forma (gateo, arrastre, rodar o caminar agarrado).
  • No balbucea ni usa vocalizaciones variadas.
  • No responde a su nombre ni parece entender frases simples.
  • No muestra interés por juguetes, rostros o interacciones sociales.
  • No señala, no imita ni realiza juegos sencillos como aplaudir o esconderse.

Etapa 5: 13–18 meses

Durante esta etapa, el bebé se convierte en un toddler (niño pequeño) y vive una explosión de autonomía, movimiento y lenguaje. Comienza a explorar el mundo caminando, imita comportamientos adultos y quiere hacerlo todo por sí mismo. Esta etapa es exigente para las familias, ya que el niño empieza a afirmar su voluntad sin tener aún herramientas lingüísticas o emocionales para regularse.

Niño de dieciséis meses caminando solo con un juguete de arrastre en la mano, en un entorno seguro. Desarrollo de la marcha y exploración activa del entorno.
Niño de dieciséis meses caminando solo con un juguete de arrastre en la mano, en un entorno seguro. Desarrollo de la marcha y exploración activa del entorno.

Desarrollo físico (motricidad gruesa y fina)

La mayoría de los niños ya camina de forma independiente entre los 12 y los 15 meses. A medida que ganan confianza, caminan más rápido, se agachan para recoger objetos y comienzan a subir escaleras con ayuda. Pueden empujar objetos grandes, arrastrar juguetes con cuerda y trepar a muebles bajos. Aunque aún no corren con soltura, es habitual verlos perder el equilibrio y volver a levantarse solos.

En motricidad fina, los avances son notorios: el niño puede beber de un vaso con dos manos, comer con cuchara (aunque derrame) y construir torres de 2 o 3 bloques. También puede señalar partes de su cuerpo cuando se le nombra, pasar páginas de un libro grueso y meter objetos dentro de otros con precisión. El uso de la pinza fina ya está consolidado.

Desarrollo cognitivo

Empieza a verse un pensamiento simbólico básico: usa objetos de forma representativa, como peinar a un muñeco o hacer que un coche “ande”. Puede seguir instrucciones sencillas (“tira eso a la basura”, “tráeme la pelota”) y comprende muchas más palabras de las que puede pronunciar. También empieza a resolver pequeños problemas por ensayo y error: abrir una tapa, alcanzar algo subido a un cojín, etc.

Su memoria se expande rápidamente y recuerda personas, lugares y rutinas. Disfruta mucho de repetir juegos o canciones familiares y empieza a anticipar lo que viene después (“al acabar la cena, toca bañarse”). Esta etapa también marca el inicio de la imitación intencionada: reproduce gestos, acciones o sonidos que ve en los adultos.

Desarrollo del lenguaje

Aunque el ritmo varía mucho entre niños, en esta etapa la mayoría dice entre 5 y 20 palabras comprensibles (aunque mal pronunciadas). Lo habitual es que entienda mucho más de lo que dice. Utiliza el lenguaje para expresar deseos (agua, más, mamá), para nombrar objetos familiares y, en algunos casos, para iniciar interacciones (“hola”, “no”).

Comienza a señalar cosas y decir su nombre (o intentarlo), imita sonidos de animales y combina gestos con palabras. Las primeras “frases” suelen ser combinaciones de palabra + gesto o una palabra con mucha entonación (“más” + señalando el plato). Es crucial hablarle constantemente, describiendo lo que ocurre, nombrando objetos y esperando su respuesta.

Desarrollo socioemocional

El niño afirma su independencia: quiere explorar, decidir y probar. También aparece la frustración por no poder expresar todo lo que desea o por los límites que se le imponen. Esto puede manifestarse en rabietas o protestas, que son normales y reflejan un desarrollo emocional en proceso. Aunque aún no regula sus emociones, comienza a mostrar empatía básica (acaricia si ve a otro llorar, por ejemplo).

Le gusta estar con sus cuidadores, pero también quiere hacer cosas solo. Comienza el juego paralelo: juega junto a otros niños, aunque no directamente con ellos. Siente orgullo cuando logra algo (“yo solo”), busca aprobación con la mirada y puede expresar celos o enfado ante la atención ajena. Empieza a reconocerse en el espejo, lo que indica una base de identidad propia.

Señales de alerta (13–18 meses)

  • No camina solo hacia los 18 meses.
  • No señala, no imita gestos ni responde a su nombre.
  • No usa ninguna palabra con sentido claro.
  • No muestra interés por explorar o jugar.
  • No reacciona emocionalmente ante la presencia o ausencia del cuidador.
  • Se aísla completamente o muestra conductas repetitivas sin propósito claro.

Etapa 6: 19–24 meses

Entre los 19 y los 24 meses, el bebé entra en la etapa llamada “los dos terribles” (terrible twos), no por ser negativa, sino porque su deseo de independencia crece mientras sus habilidades aún están en desarrollo. El niño quiere decidir, explorar, comunicarse y entender el mundo, pero aún no tiene la madurez para hacerlo con calma. Esta etapa está llena de hitos clave en lenguaje, pensamiento simbólico y desarrollo emocional.

Niño de veintidós meses concentrado construyendo una torre de bloques sobre una alfombra, en actitud de juego simbólico. Desarrollo de motricidad fina y lenguaje.
Niño de veintidós meses concentrado construyendo una torre de bloques sobre una alfombra, en actitud de juego simbólico. Desarrollo de motricidad fina y lenguaje.

Desarrollo físico (motricidad gruesa y fina)

El niño camina con soltura, corre (aunque con poca coordinación), sube escaleras con ayuda y empieza a chutar pelotas. También puede empujar juguetes con ruedas, arrastrar objetos, sentarse y levantarse sin caerse, y subirse a sillas o muebles bajos. Algunos ya comienzan a saltar con ambos pies juntos, lo que requiere equilibrio y fuerza.

En motricidad fina, puede construir torres de 4 a 6 bloques, encajar piezas grandes en puzzles sencillos y dibujar trazos con crayones. Comienza a mostrar una preferencia manual más clara (diestro o zurdo), mete y saca objetos de recipientes, gira pomos, pasa páginas de un libro de una en una, y ayuda a vestirse con acciones como subir mangas o quitarse zapatos.

Desarrollo cognitivo

El pensamiento simbólico se amplía. El niño ya puede realizar juegos de imitación más elaborados, como “cocinar” en una cocina de juguete o hablar por un teléfono de plástico. También empieza a resolver problemas sencillos: cómo abrir un recipiente, apilar algo para alcanzar un objeto, o usar una herramienta improvisada.

Reconoce y nombra objetos, partes del cuerpo, animales y personas cercanas. Comienza a entender secuencias (por ejemplo, primero lavarse, luego cenar) y muestra memoria de eventos recientes. Puede seguir órdenes de dos pasos (“toma la taza y ponla en la mesa”), lo cual implica una gran comprensión.

Desarrollo del lenguaje

El vocabulario se amplía rápidamente. Muchos niños dicen entre 50 y 100 palabras al cumplir 2 años y comienzan a combinar dos palabras para formar frases simples (“más agua”, “mamá ven”). También repiten palabras nuevas con entusiasmo y les gusta “nombrar” todo lo que ven.

Comienzan a usar pronombres simples (“yo”, “mío”), entienden preguntas sencillas (“¿dónde está el coche?”) y expresan necesidades básicas (“quiero”, “no más”, “teta”). Aunque la pronunciación aún es limitada, su intención comunicativa es clara y comprenden mucho más de lo que pueden decir. Los gestos aún acompañan sus frases, facilitando la comunicación.

Desarrollo socioemocional

Esta etapa está marcada por el deseo de independencia. El niño dice con frecuencia “yo solo” o “no” como forma de afirmar su identidad. También aparecen rabietas frecuentes, porque aún no sabe regular sus emociones ni comunicar frustraciones de forma calmada. Este comportamiento es normal y forma parte del desarrollo emocional.

El niño ya muestra apego selectivo, cariño hacia ciertos adultos o juguetes, y puede desarrollar miedos nuevos (a ruidos, animales, separaciones). Comienza a jugar junto a otros niños (juego paralelo) y, en algunos casos, empieza el juego asociativo (copiar o intercambiar juguetes), aunque aún no coopera activamente. Entiende normas básicas, pero necesita guía constante para respetarlas.

Señales de alerta (19–24 meses)

  • No camina de forma estable o sigue cayéndose con frecuencia.
  • No usa al menos 10 palabras comprensibles al cumplir 2 años.
  • No imita acciones cotidianas como peinarse, hablar por teléfono, etc.
  • No muestra interés por otros niños o por jugar de forma activa.
  • No responde a su nombre o no sigue instrucciones simples.
  • Presenta conductas repetitivas inusuales o parece desconectado del entorno.

Resumen de hitos del desarrollo (0–24 meses)

Edad Motricidad gruesa Motricidad fina Cognitivo Lenguaje Socioemocional
0–3 meses Levanta cabeza boca abajo, sostiene brevemente Abre manos, sigue objetos, prensión involuntaria Reconoce voces y rostros, sonrisa social Llanto diferenciado, primeros arrullos Calma con contacto, imita expresiones simples
4–6 meses Se voltea, se sienta con apoyo Agarra objetos, los pasa de mano y se los lleva a la boca Anticipa rutinas, sigue objetos, interés por causa–efecto Balbucea, responde a voces, “conversa” con sonidos Sonríe, busca atención, diferencia extraños/familiares
7–9 meses Se sienta solo, gatea o se arrastra Prensión en pinza, deja caer objetos Busca objetos escondidos, entiende permanencia Balbucea con entonación, responde a su nombre Ansiedad por separación, juega a cucú-tras
10–12 meses Se pone de pie, camina con apoyo Mete objetos, señala, prensión precisa Imita acciones, explora con propósito Dice 1–2 palabras, entiende órdenes simples Demuestra afecto, comparte objetos, imita gestos
13–18 meses Camina solo, sube escaleras con ayuda Usa cuchara, torre de 2–3 bloques Imitación intencionada, sigue rutinas 5–20 palabras, combina palabra + gesto Juego paralelo, frustración, orgullo por logros
19–24 meses Corre, sube muebles, chuta pelota Encaja piezas, torre de 4–6 bloques Juego simbólico, sigue instrucciones dobles 50–100 palabras, frases de 2 palabras Rabietas, empatía básica, juega junto a otros

Conclusión

El desarrollo de un bebé en sus primeros dos años es una aventura fascinante, única y llena de cambios rápidos. Aunque existen hitos comunes por edades, cada niño avanza a su propio ritmo. Lo importante es observar con cariño, acompañar con atención y estimular con respeto cada paso de su crecimiento.

Si tienes dudas sobre si tu bebé se está desarrollando de forma adecuada, no dudes en consultar con un pediatra o profesional del desarrollo infantil. La detección temprana es clave para abordar posibles dificultades a tiempo.

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FUENTES DE REFERENCIA CONSULTADAS PARA ESTE POST

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